Este domingo 1 de septiembre se cumplieron dos años del intento de magnicidio contra Cristina Fernández de Kirchner, un hecho que no solo fue un ataque directo a una de las líderes políticas más importantes de nuestra historia reciente, sino también un ataque frontal a la democracia argentina.
¿Qué pasa con la causa sobre el intento de magnicidio?.
Hace dos años, Fernando Sabag Montiel intentó asesinar a Cristina apuntando y disparando su arma, pero el destino hizo que la bala no saliera. Hoy, el Poder Judicial lleva adelante un juicio que juzga únicamente a quienes confesaron el crimen, dejando en la oscuridad a quienes financiaron y planificaron el atentado.
Nos preguntamos, ¿por qué la justicia se niega a investigar quiénes estuvieron detrás de este atentado? ¿Por qué no se han investigado los vínculos con figuras como Gerardo Milman, cuyas palabras previas al atentado resultan alarmantes?, ¿Por qué se destruyeron pruebas clave, como el contenido del celular de Sabag Montiel?.
Además, se ha ignorado investigar el financiamiento de la empresa Caputo Hermanos a la organización Revolución Federal, vinculada con el atentado. Todo esto es parte de un pacto de impunidad que encubre a los autores intelectuales y financiadores del intento de asesinato de Cristina.
Como argentinos y argentinas, exigimos conocer la verdad y reclamamos justicia. No puede haber paz en nuestra democracia si no se esclarece este intento de magnicidio.
La violencia política hacia las mujeres: un flagelo constante
Este ataque a Cristina también es también un recordatorio de la violencia política que las mujeres enfrentamos diariamente en nuestro ejercicio de la política. La Ley Nacional 26.485 en el art. 6 inc. h) expresa y define el significado de la violencia política; estas acciones que buscan minar nuestra participación y liderazgo.
Las violencias por motivos de géneros son transversales. Se encuentra en todos los partidos políticos y en todos los sectores sociales. No discriminan ideología, ni estatus social, y afecta a mujeres en todos los niveles de poder. Lo más doloroso es que muchas veces esta violencia es ejercida por nuestros propios compañeros, quienes la pasan por alto o, peor aún, la justifican.
Debemos llamarnos a la reflexión. En un contexto donde hemos vivido hechos de violencia extrema en el ámbito político, es imperativo que reconozcamos y combatamos la violencia que existe en nuestras propias filas. No podemos ser cómplices, ni silenciosos testigos de estas agresiones.
El silencio y la inacción solo perpetúan el ciclo de violencia que nos daña a todas y a nuestra democracia.
Como mujeres que trabajamos en política somos (también) observadas por: nuestra apariencia física, vida personal, recibimos calificativos despreciativos basados en el género y para las que son madres se convierte en un desafío constante donde las explicaciones sobre los cuidados de los hijos/as es moneda corriente.
Este tipo de violencia es una herramienta más para perpetuar el machismo en nuestra sociedad y debe ser combatida con firmeza. Hoy, más que nunca, reafirmamos nuestro compromiso de luchar contra todas las formas de violencia y discriminación que sufrimos las mujeres, y seguimos trabajando por una política más justa e igualitaria.
Exigimos justicia para Cristina y para todas las mujeres que sufren violencia política. Que no haya más impunidad en nuestra Argentina.