Para hablar de “El Viejo” sin recurrir a lugares comunes parecen faltar aún las mejores páginas de una historia sin fin. Falta también depurar de prejuicios tanto intelecto rutinario, pero más hace falta recuperar los días felices. Tal vez la vigencia de “El Viejo”, a 50 años de su muerte se deba a que miramos pasado, presente, y futuro, como un todo, y que esa trinidad inasible contiene ADN compartido en porcentajes similares.
Decía el filósofo Rodolfo Kusch que “A veces tengo que ver la realidad para creer en ella, otras veces tengo que creer en la realidad para verla”, qué otra cosa, sino este trastoque esencial, se requiere para habitar la ambivalencia vital de un país que pretende y no es, que quiere…pero hasta ahí. Un país que cede para no perder, y pierde para no arriesgar. El Viejo lo entendió. Por eso buscó galvanizar lo diferente, buscó conceder donde había urgencia de hambre y justicia, y dialogar -canchero- allí donde había holgura y tiempo para contemplar intereses y pragmatismos. Por eso lo de las mil caras, una versión para cada arista del país demandante -unos polenta y leche, otros vacunos y hectáreas, y en el medio, como puntillosas celadoras escolares, las voces del orden y el remilgo-.
El Viejo supo tener dos brújulas y tres principios inconmovibles. Quizás no supo dos o tres cosas básicas: como que el enemigo no descansa ni tiene piedad, que los círculos áulicos, si se hacen redes funcionan mejor, y sobre todo que, aunque las obras perduren -según la máxima bíblica- basta el poder mediático y la propaganda para desvirtuarlas.
Así cualquiera, con una doctrina en permanente elaboración y práctica y una compañera abanderada en la revolución, atreverse a lo imposible era casi como compartir un mate en rueda de amigos. Riguroso en aquello de la soberanía, de la independencia y de la justicia, parecía sensato aspirar a la unanimidad. Pero a lo taimado de la minoría no hay con qué darle, raro se le escapara la tortuga, tanto que dominaba la Historia.
Hoy visitamos su legado y presencia, cada parcela busca su retazo, reliquias de la cruz para absolver los pecados de los sobrevivientes, los fariseos son dueños del futuro y se prueban trajes y uniformes para la fiesta. No hay vuelta que darle General, ya lo dijo el trovador:
“Compañeros de historia, tomando en cuenta lo implacable que debe ser la verdad, quisiera preguntar, me urge tanto.
Que debiera decir, qué fronteras debo respetar…”. Se ha dicho tanto que ahora sobran las palabras, y los argumentos yacen derrotados por el odio y la mentira. General, o Juan, si nos permite, ahora que buscamos componer la nueva melodía, y teniendo en cuenta que usted llevó en sus oídos “la más maravillosa música”, un último aporte en ese sentido sería bienvenido para cantar juntos la estrofa que dice, “¿Hasta dónde debemos practicar las verdades? Hasta donde sabemos, que escriban pues la historia, su historia los hombres…” y las mujeres, porque “Todos unidos triunfaremos” ¿no General?
1° de julio 1974-2024, medio siglo en la bitácora popular.
Carlos Davel “Cacho” Quirós – profesor y escritor – militante peronista