En este 50º aniversario del fallecimiento del General Perón, es crucial reflexionar desde la mirada justicialista sobre la realidad actual, imbuida de desafíos y contradicciones que demandan una revisión profunda de nuestros principios y prácticas.
El peronismo, desde su origen, se erigió como un movimiento inclusivo y comprometido con los derechos del trabajador y el humilde. Sin embargo, la realidad actual presenta una desconexión entre esos ideales fundacionales y la práctica política cotidiana. Como bien se señala, hay una estructura y un clima poco acogedores para muchos peronistas, marcado por actitudes burocráticas, promesas incumplidas y una prevalencia del utilitarismo sobre la ética doctrinaria. Las verdades peronistas son principios éticos que ilumina la acción y que pretende dejar atrás a la política como un oficio oscuro e intrascendente por una actividad noble y elevada para el bien del Pueblo y la Patria. ¡Esa es la revolución Justicialista!
En la Argentina de hoy, nos enfrentamos a una economía de exclusión y desigualdad que perpetúa la injusticia social. La falta de respeto y el aumento de la violencia son síntomas evidentes de una inequidad creciente. Ante este panorama, el peronismo debe reafirmar su compromiso con la justicia social, la independencia económica y la soberanía política, metas históricas aún inconclusas que nos convocan a actuar con urgencia y coherencia. Hoy se levanta a la libertad como proclamación y escudo, pero este se nos presenta ante los ojos como un mito, un mero engaño para un gran sector de nuestra comunidad, porque la verdadera libertad es con justicia.
Es esencial recuperar la autenticidad perdida, donde la militancia sea más que una aspiración por el poder o un empleo seguro, sino un servicio verdadero al pueblo. Las consignas gastadas y los significantes vacíos deben ser reemplazados por un discurso claro y una acción política efectiva, arraigada en los valores del auténtico peronismo. Es nuestro deber pensar con fervor y con un corazón apasionado, y corresponder la confianza y el amor del pueblo con obras y lealtad incondicional a los trabajadores.
Tenemos un desafío, y es el de reconciliar la misericordia con la severidad, entendiendo que ambos principios son necesarios para lograr resultados concretos sin descuidar la integridad de nuestros objetivos. No se trata solo de empatía superficial, sino de un compromiso genuino con el mandato popular y la responsabilidad ética de nuestros líderes.
Estamos convocados a superar la tentación del proselitismo, optando en cambio por una predicación honesta y transparente que respete la inteligencia y los derechos de quienes buscamos representar. Este enfoque nos permitirá reconectar con la base popular y construir un peronismo renovado, capaz de enfrentar los desafíos del presente con la audacia y la convicción que siempre nos han caracterizado.
En este sentido, recordemos que el peronismo no es solo un conjunto de ideas políticas, sino un compromiso profundo con la transformación social y la dignidad humana. Hoy más que nunca, debemos revitalizar nuestro movimiento como un faro de esperanza para aquellos que anhelan un futuro más justo.
“Ser peronista es no arrugar”.
¡VIVA EL PUEBLO, LA PATRIA Y PERÓN!
Hugo Ariel Bangher – Ex Concejal Frente Chaqueño, Puerto Tirol, Chaco