Así, con signos de admiración, reclamaba una pintada que llenó las calles de la Argentina luego de la muerte de Juan Domingo Perón. Niño aún, me preguntaba porque había gente que se empecinaba en negar algo tan obvio y tan terminante, como la desaparición física de una persona.
Pasó bastante tiempo para que entendiera la razón de esa obstinada consigna, y ya en plena militancia juvenil, un viejo peronista me entrego la base para la comprensión; mientras charlábamos , casi sin notarlo, dejo caer una frase que hoy todavía resuena en mis oídos: “Nosotros seguimos siendo peronistas, porque ese hombre nos pensó a todos”.
Allí encontré la clave que permitió abrir el secreto de esa memoria que lo sigue teniendo vivo y presente. PERÓN fue un hombre de acción, pero por sobre todas las cosas, un hombre de pensamientos muy profundos. Fue quién comprendió como nadie, las coordenadas de su tiempo, las líneas en las que se ubicaban las necesidades de su país y las oportunidades del mundo en la que Argentina estaba inserta. Y esa comprensión, plasmada en acciones, fue la herramienta que le permitió crear un liderazgo apoyado en los corazones y las cabezas de la gente de su tiempo.
Quienes dicen que Perón vive por el recuerdo de su obra de gobierno, no se equivocan. Pero pasaron ya casi tres generaciones y hay algo aún más profundo que el recuerdo de esa merecida fiesta para los humildes que fue la década que corrió entre el 46 y el 55 y durante su fugaz retorno, lo que permite su permanencia en el presente.
Su capacidad de iluminar el camino del futuro de la Patria es la razón fundamental de su vigencia. Son tantas las ideas que podemos citar al respecto y tan breve el espacio para escribirlas que eligiendo solo una, casi al azar, podemos ejemplificar ese punto: en “Conducción Política”, verdadera obra maestra del pensamiento estratégico decía Perón que la única manera de entrar al mundo que viene, en pie de igualdad con el resto de las Naciones, es siendo más argentinos que nunca. No hace falta ser un semiólogo para comprender la profundidad y actualidad de este sencillo mensaje.
La globalización a la que nos sometieron hacia los finales de los años 90, ofrecía un vasto campo de oportunidades, pero también nos sometía a graves e ineludibles peligros. Uno de ellos era la amenaza a nuestra identidad cultural, construcción histórica de un perfil propio y distintivo que nos hace ser como somos. Adivinar un horizonte de homogeneidad cultural, no es un síntoma de paranoia fundamentalista. Y Perón, en ese escenario que previó 40 años antes de que ocurra, nos propuso la oportunidad de ser diferentes y ser orgullosos de ese perfil profundo e indefinible que nos hace sentir argentinos. O en tiempos actuales de cambio climático como tema permanente de agenda, donde algunos pretenden desconocer la afectación al ambiente que los humanos descaradamente realizamos, es bueno recordar que fue Perón quien lo introdujo políticamente en aquel memorable discurso ante el Congreso Nacional.
Perón vivió su realidad y desde esa única verdad, trabajo para transformarla. Pero también pensó en el mundo y la Argentina que lo sucedería. Solo resta darnos un tiempo, leer cada texto que dejó inmortalizada su visión, y encontraremos allí las herramientas y respuestas para cada desafío.
Por Hugo Sager, diputado provincial mandato cumplido – ex Intendente de Puerto Tirol – miembro del Consejo provincial del PJ Chaco